El rostro reclinó. Desde la orilla
todo era paz. Olor. Inmensidades.
Verdades concedidas al espacio,
suavemente oscilando entre las ramas.
Aspiró el aire frío que se abría
como un sol de papel en los pulmones.
Saber del mar su luz, su pasadizo.
Atrás dejar la sal. Volver a casa.
9 comentarios:
ohhhh gracias
sabes que sigo y quiero intentando aprender de tu poesía y de la eficacia de tus imágenes.
Me ha hecho feliz.
Es un poema bellísimo... gracias a ti por haberlo escrito.
Yo también aprendo (y mucho) de tu escritura...
Es uno de los mejores poemas de Ana, maravilloso. Gracias por traerlo aquí. Y también merece recordarse tu magnífico prólogo a Araña. Un libro redondo.
Un saludo.
bonito.
Evocador y sugerente. Intenso, como todos los poemas de Ana.
Hermoso poema, Ana, este de Ariadna. Especialmente la imgen del sol penetrando -penetrante- en los pulmones, como si el cuerpo fuese fecundado por la luz de un nuevo día, de un nuevo horizonte.
Gracias. no lo conocía. No conozco "Araña" de hecho. ¿Dónde conseguirlo?
Sí, Araña es un libro magnífico y fue una suerte para mí poder prologarlo.
En cuanto a lo que preguntas, Isidro, no lo sé con seguridad, pero si entras en la página web de la editorial, El Gaviero, probablemente encuentres alguna información sobre puntos de venta.
Hermoso y delicado poema. Ariadna abandonada en la costa... menos mal que Dioniso supo apreciar su belleza.
besos
Precioso. Me encantó.
Gracias.
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