Me atrevo aquí a ofrecer mi versión de uno de los poemas más traducidos y comentados de Celan, y también quizá uno de los más engañosamente fáciles. La poesía celaniana pone en juego todos los recursos fonéticos, sintácticos y morfológicos de la lengua alemana, a menudo para subvertirlos, con lo cual la traducción se convierte, como mucho, en una aproximación. De ahí también que nada más dañino que pretender que haya una traducción canónica, cuando lo más saludable es contar con numerosas versiones que se acerquen, asintóticamente, al original, pero sin pretender agotar todas sus posibilidades y lecturas.
Las curiosidades lingüísticas empiezan en el título, donde Celan elige para el primer mes del año no la forma usual "Januar", sino la dialectal "Jänner". Conviene recordar la importancia que "enero" alcanza en la poesía del autor, como doble alusión a Büchner y a la conferencia de Wannsee, y por tanto a la "Solución final"... no se olvide que la Hölderlin-Gesellschaft fue creada en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, bajo el patrocinio de Goebbels, en un momento en el que interesaba leer al poeta suabo como un símbolo de lo germánico. Ni tampoco que cuando Heidegger dictó sus famosas conferencias sobre Hölderlin lucía (literalmente) la cruz gamada sobre su solapa.
Mi versión del inicio del poema es, como poco, arriesgada: Celan juega con la estructura morfológica del verbo "überreden" (literalmente, "convencer", "persuadir") y con sus dos formantes, para, mediante un encabalgamiento abrupto, separar el prefijo "über" ("sobre") y la raíz "reden" ("hablar"). De tal manera que los ojos del comienzo son a la vez ojos "convencidos" y ojos "hablados". Por ello, alguna traducción, como la de Arnau Pons, sugiere que es el lenguaje el que ha cegado esa mirada, lo que he intentado reproducir también yo en mi versión, que ciertamente no es nada literal, pero que creo que no traiciona el fondo del poema. Aunque por lo general las traducciones de Reina Palazón me parecen poco atinadas, en este caso la solución que plantea al principio del texto tiene su interés: con ese "con/vencidos ojos" de ecos unamunianos, que sin ofrecer una versión fiel de unos versos quizá intraducibles, puede sugerir lo que de brutal hay en esa aparente persuasión (lástima que, en los versos siguientes, la traducción en la edición de Trotta no esté al nivel de ese comienzo audaz). Por otra parte, me parece importante mantener el ritmo entrecortado del original, cuyos encabalgamientos abruptos parecen imitar la voz balbuciente del poeta-profeta tartamudo del final del poema. Ese tartamudeo lo he intentado asimismo recrear en los versos finales.
Por último, quiero resaltar la dificultad de traducir "Mensch" ("ser humano, persona"). El español "hombre" es un término ambiguo que designa tanto al ser humano genérico como al varón ("Mann" en alemán), una ambigüedad sobre la que habría mucho que decir y que no escapa a cierta geopolítica del idioma (como nos sugiere Chantal Maillard, autora de un texto en el que evoca este poema, sustituyendo la expresión "un hombre" por "una mujer"). Si bien la referencia a la barba de los patriarcas hace pensar en un varón, creo que la expresión "ser humano" en el contexto celaniano, y en el contexto de la memoria de Auschwitz, arrastra una significación nada desdeñable, como contrapunto a un mundo inhumano. Quizá no esté de más evocar la prohibición que pesaba sobre los miembros de los Sonderkommandos que trabajaban en las cámaras de gas y en los crematorios, obligados a referirse a los cuerpos que transportaban no como cadáveres, ni mucho menos como personas (Menschen), sino como Stücke ("piezas", "pedazos"... palabra que, por cierto, también se emplea para referirse a cabezas de ganado). Por ello, he optado por una traducción más literal del término (también lo hace, por cierto, en su versión, Jorge Mario Mejía). Ni que decir tiene que no creo haber solventado ni uno solo de los problemas que arrastra la traducción de este poema. Pero ahí está como una propuesta mas de lectura.
TUBINGA,
ENERO
Ojos
cegados por la lengua,
su «un enigma es
lo
que brota de lo puro», su
recuerdo
de
torres de Hölderlin que nadan, entre
gaviotas
volando alrededor.
Visitas
de carpinteros ahogados
a
estas
buceadoras
palabras:
Si
viniera,
si
viniera un ser humano,
si
viniera un ser humano al mundo, hoy,
con
la barba de luz
de
los patriarcas, solo,
si
hablara de este
tiempo,
solo
le
estaría permitido
balbucir
y balbucir
sin,
sin,
sin
parar.
(«Pallaksch.
Pallaksch.»)