miércoles, 28 de junio de 2023

DOS POEMAS DE ALFRED LICHTENSTEIN

 

Alfred Lichtenstein

Bertolt Brecht no fue el único poeta que se atrevió a desmitificar el belicismo y las proclamas patrioteras que convirtieron Europa en una inmensa fosa común durante la Gran Guerra. Alfred Lichtenstein escribió también textos en los que, medio en broma, medio en serio, abordaba esa estúpida picadora de carne que es toda contienda bélica. Si los nazis nunca le perdonaron a Brecht su "Leyenda del soldado muerto", imaginamos que lo mismo hubiese sucedido con Lichtenstein, quien además, por si fuera poco, era de origen judío. El autor de estos dos poemas no conoció, si embargo,  la barbarie nacionalsocialista, puesto que cayó en el frente, a la edad de 25 años, en 1914 cerca del Somme, donde tendría lugar dos años después una de las más cruentas batallas de la Primera Guerra Mundial.


PLEGARIA ANTES DE LA BATALLA
 
Los hombres cantan con devoción, cada uno para sí:
Dios, protégeme del infortunio,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Que no me encuentren las granadas,
Que esos malos bichos, nuestros enemigos,
No me atrapen, que no me disparen,
Que no estire la pata como un perro
Por la querida patria.
 
Mira, me gustaría seguir viviendo,
Ordeñando vacas, tirándome a las chicas
Y zurrar a ese granuja de Sepp,
Seguir emborrachándome de vez en cuando
Hasta mi bendita hora postrera.
Mira, bien te puedo rezar
Siete rosarios cada día,
Si tú, Dios, en tu misericordia,
Matas a mi amigo Huber
O a Meier y haces que yo me libre.
 
Pero no debo pensar algo así.
No hagas que me hieran gravemente,
Mándame un leve disparo en la pierna,
Una pequeña herida en el brazo,
Que pueda regresar como un héroe
Con algo que contar.

(Aquí, el original)


DESPEDIDA
 
(Poco antes de partir al frente, para Peter Scher)
 
Haré aún un poema antes de morir.
Silencio, camaradas: dejadme escribir.
 
Vamos a la guerra. Nuestro tinglao es la muerte.
Pero, oh, la amada no gimió por mi suerte.
 
Qué me queda. Sin rechistar lo acepto.
La madre llora. Haría falta ser de hierro.
 
En el horizonte el sol hunde su luz.
Dulcemente me espera una fosa común.

Marcial el ocaso arde en el cielo.
Quizá en trece días yo estaré muerto.

(Aquí, el original)

Versiones de J.L.G.T.


lunes, 12 de junio de 2023

ANA FRANK


 

"La monstruosidad de lo ocurrido no se evidencia en el destino de la hermosa muchacha judía que llevaba un diario. El judío jorobado, tartamudo, cojo, que fue gaseado… él es la víctima. Él, el judío, es tu hermano: cae en la cuenta y vuelve la mirada… hacia ti, tú jorobada, tartamuda, coja… ¡tú, regia criatura!" (Paul Celan, Microlitos)
Celan no está (creo) rechazando aquí la figura de Ana Frank, sino advirtiéndonos sobre los riesgos de una identificación puramente sentimental... Se trata de atreverse a preguntar de verdad con Primo Levi "si esto es un hombre", si esto es una mujer, y responder que sí, no tanto desde la empatía, como del vértigo del rostro del otro del que nos hablaba Lévinas. El "musulmán", en la jerga de Auschwitz, es el que desafía nuestra posición ética, el que verdaderamente nos obliga a ir, más allá de la simpatía, hacia una piedad en sentido zambraniano (piedad que nace de la alteridad, de la otredad inasumible, que está más allá de la simpatía y del autorreconocimiento).  

sábado, 10 de junio de 2023

LA CASA EN LLAMAS (PRÓLOGO A LOS POEMAS DE BRECHT)




«En verdad, amigos / A aquel al que no le quema el suelo hasta el punto de que preferiría / Cambiarse por otro cualquiera a quedarse / No tengo nada que decirle», escribe Brecht en su «Parábola de Buda de la casa en llamas». ¿Es posible volver a Brecht sin sentir que nos quema el suelo, que la casa está en llamas? Su escritura, al menos la más explícitamente política, es inseparable, como afirma en el mismo poema, de un «arte de la impaciencia », de una urgencia por transformar lo que tantos consideran inevitable. Si el propio Brecht nos enseñó a leer históricamente, a estar atentos a los signos de los tiempos (somos, querámoslo o no, esos que «habrán de nacer» a los que se refiere en uno de sus poemas más célebres), no cabe esquivar la pregunta sobre la pertinencia de Brecht en el siglo XXI. ¿Qué hacer con el poeta de la revolución tras la caída del Muro? ¿Nos quedamos con el Brecht más lírico y desechamos lo demás? ¿No hay otros muros que no solo no han caído, sino que no dejan de levantarse cada vez más altos? Muros de alambre, de cemento, incluso de agua, puesto que un mar puede ser también una muralla para quienes ven en la otra orilla un paraíso y están dispuestos a arriesgar su vida para llegar allí. ¿Sigue siendo el pasaporte la parte más noble de un ser humano, como el propio autor afirma en sus Diálogos de fugitivos? […]

Preguntarse por el papel de la poesía en nuestros días es quizá una cuestión política más allá del sentido planteado por Brecht: ya un sagaz Humpty Dumpty le reveló a Alicia que, en lo que atañe al significado, la cuestión es saber quién manda. Y más en un capitalismo, el actual, donde lo simbólico está muy lejos de cumplir un papel secundario. Si nos ceñimos, sin embargo, al sentido más habitual de la política, sería tan absurdo negar esta dimensión en Brecht como convertirla en la única clave para entender su obra.

(Fragmento del prólogo a mi edición de Bertolt Brecht, No pudimos ser amables. Antología poética (1916-1956). Galaxia Gutenberg, 2023)