domingo, 17 de enero de 2016
Pensamiento positivo (y 2)
Una prueba más de la inanidad del llamado pensamiento positivo es que resulta incompatible con la gran literatura. Los apóstoles de tal ideología (porque se trata, en efecto, de una ideología), si fueran coherentes, deberían recomendar a sus acólitos evitar, como si de la peste se tratara, a Homero, a Shakespeare, a Cervantes, a Montaigne... Lo malo es que, sin que nadie se lo diga, ya lo hacen.
¿Para cuándo un nuevo Bouvard y Pécuchet?
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