La aparición de Esto no es el silencio (2008) hizo pensar a algunos críticos en una nueva etapa de la escritura de Ada Salas (Cáceres, 1968), quien, por otra parte, publicó apenas hace unos años una recopilación de su poesía anterior, No duerme el animal (2009), lo que de nuevo podía hacer pensar en un punto y aparte en su trayectoria. Sin embargo, creo que este reciente Limbo confirma, en mi opinión, lo que otros sospechábamos: que no se trata tanto de un nuevo ciclo, como de una profundización en una escritura, que, sin renunciar a su propio acento, sigue en constante búsqueda para evitar todo lo que suene a maniera, a estética de manual de literatura. En ese sentido, y solo en ese, me parece que se puede hablar de una nueva etapa. Es cierto que ya en Esto es el silencio se adivinaba una tendencia al poema de más largo aliento, que aquí parece confirmarse, pero se trata de una tendencia que no niega el fragmentarismo de las primeras entregas de la escritora: es más, es en la tensión entre la promesa de continuidad del discurso y del fragmento en donde se muestra la fuerza verbal de estos poemas, como si la prohibición, un tanto arbitraria, del poema largo por parte de Poe alcanzara un sentido más hondo que enlaza de algún modo con una poética del balbuceo.
jueves, 19 de diciembre de 2013
Limbo de Ada Salas
La aparición de Esto no es el silencio (2008) hizo pensar a algunos críticos en una nueva etapa de la escritura de Ada Salas (Cáceres, 1968), quien, por otra parte, publicó apenas hace unos años una recopilación de su poesía anterior, No duerme el animal (2009), lo que de nuevo podía hacer pensar en un punto y aparte en su trayectoria. Sin embargo, creo que este reciente Limbo confirma, en mi opinión, lo que otros sospechábamos: que no se trata tanto de un nuevo ciclo, como de una profundización en una escritura, que, sin renunciar a su propio acento, sigue en constante búsqueda para evitar todo lo que suene a maniera, a estética de manual de literatura. En ese sentido, y solo en ese, me parece que se puede hablar de una nueva etapa. Es cierto que ya en Esto es el silencio se adivinaba una tendencia al poema de más largo aliento, que aquí parece confirmarse, pero se trata de una tendencia que no niega el fragmentarismo de las primeras entregas de la escritora: es más, es en la tensión entre la promesa de continuidad del discurso y del fragmento en donde se muestra la fuerza verbal de estos poemas, como si la prohibición, un tanto arbitraria, del poema largo por parte de Poe alcanzara un sentido más hondo que enlaza de algún modo con una poética del balbuceo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario