Las etiquetas siempre resultan engañosas, y más cuando pretenden reducir la trayectoria de un escritor a unos pocos rasgos de manual. La recepción en nuestro país de poetas como Montale, Ungaretti y Quasimodo bajo el fácil rótulo de herméticos ha desdibujado en ocasiones las diferencias entre estos grandes nombres de la poesía italiana y ha dificultado, por tanto, una lectura atenta a la singularidad de cada uno. Sería de desear que la publicación de la poesía reunida de Ungaretti contribuya a deshacer prejuicios y generalizaciones empobrecedoras. El propio sintagma, Vida de un hombre, da cuenta de la complejidad de esta aventura estética, si bien es cierto que se trata de un título tan iluminador como engañoso. Engañoso si esperamos una poesía autobiográfica al uso (al menos, como se ha practicado a menudo en la lírica española del pasado siglo). Esclarecedor, sin embargo, si nos ayuda a percibir que Ungaretti es, ante todo, un poeta de la memoria, esto es, del olvido, de lo que queda del recuerdo cuando lo filtra el olvido y se hace lenguaje. La paradoja de la poesía del italiano (que recuerda, en esto, a la peculiar tensión que hallamos en poetas como Celan, Gamoneda o Valente) es que lo que permanece, y se recupera como una iluminación súbita, es la decantación de la vida, su poso de alegría y dolor, su “resto cantable” para decirlo con Celan. Así, el propio escritor señala en una de las valiosas notas que incluye este volumen: «No se puede captar nada, más que bajo la forma de recuerdo poético, como si solo la muerte fuera capaz de dar forma y sentido a lo que fue vivido. La duración interna está compuesta de tiempo y de espacio, fuera del tiempo cronológico; el universo interno es un mundo donde la reversibilidad es la regla».
miércoles, 3 de febrero de 2016
Vida de un hombre (Ungaretti)
Giuseppe Ungaretti, Vida de un hombre (Poesía completa). Traducción de Carlos Vitale, Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria. Igitur, 2015.
Las etiquetas siempre resultan engañosas, y más cuando pretenden reducir la trayectoria de un escritor a unos pocos rasgos de manual. La recepción en nuestro país de poetas como Montale, Ungaretti y Quasimodo bajo el fácil rótulo de herméticos ha desdibujado en ocasiones las diferencias entre estos grandes nombres de la poesía italiana y ha dificultado, por tanto, una lectura atenta a la singularidad de cada uno. Sería de desear que la publicación de la poesía reunida de Ungaretti contribuya a deshacer prejuicios y generalizaciones empobrecedoras. El propio sintagma, Vida de un hombre, da cuenta de la complejidad de esta aventura estética, si bien es cierto que se trata de un título tan iluminador como engañoso. Engañoso si esperamos una poesía autobiográfica al uso (al menos, como se ha practicado a menudo en la lírica española del pasado siglo). Esclarecedor, sin embargo, si nos ayuda a percibir que Ungaretti es, ante todo, un poeta de la memoria, esto es, del olvido, de lo que queda del recuerdo cuando lo filtra el olvido y se hace lenguaje. La paradoja de la poesía del italiano (que recuerda, en esto, a la peculiar tensión que hallamos en poetas como Celan, Gamoneda o Valente) es que lo que permanece, y se recupera como una iluminación súbita, es la decantación de la vida, su poso de alegría y dolor, su “resto cantable” para decirlo con Celan. Así, el propio escritor señala en una de las valiosas notas que incluye este volumen: «No se puede captar nada, más que bajo la forma de recuerdo poético, como si solo la muerte fuera capaz de dar forma y sentido a lo que fue vivido. La duración interna está compuesta de tiempo y de espacio, fuera del tiempo cronológico; el universo interno es un mundo donde la reversibilidad es la regla».
Las etiquetas siempre resultan engañosas, y más cuando pretenden reducir la trayectoria de un escritor a unos pocos rasgos de manual. La recepción en nuestro país de poetas como Montale, Ungaretti y Quasimodo bajo el fácil rótulo de herméticos ha desdibujado en ocasiones las diferencias entre estos grandes nombres de la poesía italiana y ha dificultado, por tanto, una lectura atenta a la singularidad de cada uno. Sería de desear que la publicación de la poesía reunida de Ungaretti contribuya a deshacer prejuicios y generalizaciones empobrecedoras. El propio sintagma, Vida de un hombre, da cuenta de la complejidad de esta aventura estética, si bien es cierto que se trata de un título tan iluminador como engañoso. Engañoso si esperamos una poesía autobiográfica al uso (al menos, como se ha practicado a menudo en la lírica española del pasado siglo). Esclarecedor, sin embargo, si nos ayuda a percibir que Ungaretti es, ante todo, un poeta de la memoria, esto es, del olvido, de lo que queda del recuerdo cuando lo filtra el olvido y se hace lenguaje. La paradoja de la poesía del italiano (que recuerda, en esto, a la peculiar tensión que hallamos en poetas como Celan, Gamoneda o Valente) es que lo que permanece, y se recupera como una iluminación súbita, es la decantación de la vida, su poso de alegría y dolor, su “resto cantable” para decirlo con Celan. Así, el propio escritor señala en una de las valiosas notas que incluye este volumen: «No se puede captar nada, más que bajo la forma de recuerdo poético, como si solo la muerte fuera capaz de dar forma y sentido a lo que fue vivido. La duración interna está compuesta de tiempo y de espacio, fuera del tiempo cronológico; el universo interno es un mundo donde la reversibilidad es la regla».
Leer aquí la reseña completa en La Tormenta en un Vaso
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