Comienzo a corregir por inercia el ejercicio que me enseña mi alumno. El rotulador señala nervioso, inquisidor, cada tilde que falta, cada hache ausente, la irritante confusión entre la be y la uve. De pronto, me doy cuenta de que me está contando la muerte de su abuela. Me siento absurdo, vagamente culpable. Como si hubiera historias, frases, incluso palabras aisladas que solo se pudieran escribir con faltas de ortografía.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Ortografía
Comienzo a corregir por inercia el ejercicio que me enseña mi alumno. El rotulador señala nervioso, inquisidor, cada tilde que falta, cada hache ausente, la irritante confusión entre la be y la uve. De pronto, me doy cuenta de que me está contando la muerte de su abuela. Me siento absurdo, vagamente culpable. Como si hubiera historias, frases, incluso palabras aisladas que solo se pudieran escribir con faltas de ortografía.
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3 comentarios:
Ocurre a veces que nos damos cuenta de que adoramos cosas que, en el fondo, no son esenciales.
Me gustó mucho esta reflexión.
Un saludo.
Gracias, Laura. En efecto, es algo que hace pensar...
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