Hiroshima, mon amour (A. Resnais) |
HIROSHIMA
Aquel que arrojó la muerte sobre Hiroshima
ingresó en un monasterio. Toca allí las campanas.
Aquel que arrojó la muerte sobre Hiroshima
Saltó desde la silla al lazo, se ahorcó.
Aquel que arrojó la muerte sobre Hiroshima
Sucumbió a la locura, se defiende de los espectros
cien mil, que por las noches le acosan
Alzados del polvo por su causa.
Nada de todo esto es verdad.
Hace poco le vi
En el jardín de su casa en el extrarradio.
Los setos eran todavía jóvenes y tiernos los rosales.
No crecían tan rápido para que uno pudiera esconderse
En el bosque del olvido. Bien se podía ver
La casa desnuda en la periferia, la joven esposa
Que estaba junto a él con un vestido de flores
La joven muchacha de su mano
El chico que se sentaba en su espalda
Y agitaba el látigo sobre su cabeza.
Él mismo era fácilmente reconocible
A cuatro patas sobre el césped, su cara
Deformada por la risa, porque el fotógrafo
Se encontraba tras el seto, el ojo del mundo.
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