domingo, 26 de mayo de 2013

Huésped del tiempo esquivo: Francisco Brines y su mundo poético





Acaba de aparecer en la editorial Renacimiento, como homenaje a Francisco Brines, un libro coordinado por Sergio Arlandis, que ha impulsado un más que recomendable trabajo en el que colaboran, entre otros, Guillermo Carnero, Ricardo Senabre, Carlos Marzal, Gabriele Morelli, David Pujante, Marcela Romano, Juan Carlos Abril, Margaret Persin, José Andújar Almansa o Ángel Luis Prieto de Paula.  Yo también he tenido el privilegio de participar en el volumen con un artículo sobre la huella de la Antigüedad clásica en el maestro. Una buena ocasión para volver, como dice el propio Arlandis, sobre un clásico contemporáneo.
 Aprovecho la excusa de esta novedad editorial para dejar aquí uno de los poemas del valenciano, perteneciente al libro Palabras a la oscuridad:

 Oscureciendo el bosque
Toda esta hermosa tarde, de poca luz,
caída sobre los grises bosques de Inglaterra,
es tiempo.
                 Tiempo que está muriendo
dentro de mis tranquilos ojos,
mezclándose en el tiempo que se extingue.
Es en la vida todo
transcurrir natural hacia la muerte,
y el gratuito don que es ser, y respirar,
respira y es hacia la nada angosta.

Con sosegados ojos miro el bosque,
con tal gracia latiendo
que me parece un soplo de su espíritu
esa dicha invisible que a mi pecho ha venido.
Cual se cumple en el hombre
también se ha de cumplir la vida de la tierra;
la débil vecindad que es realidad ahora,
distancia tenebrosa será luego,
toda será negrura.

Miro, con estos ojos vivos, la oscuridad del bosque.
y una dicha más honda llega al pecho
cuando, a la soledad que me enfriaba,
vienen borrados rostros, vacilantes
contornos de unos seres
que con amor me miran, compañía demandan,
me ofrecen, calurosos, su ceniza.
Cercado de tinieblas, yo he tocado mi cuerpo
y era apenas rescoldo de calor,
también casi ceniza.
y sentido después que mi figura se borraba.

Mirad con cuánto gozo os digo
que es hermoso vivir.

miércoles, 22 de mayo de 2013

El profe de ciencias (Zbigniew Herbert)





No puedo recordar
su rostro

estaba de pie frente a en lo alto
al final de sus largas piernas separadas
veía
su cadenita de oro
su cenicienta levita
y su flaco cuello
del que quedaba prendida
una inerte corbata

fue el primero en enseñarnos
que el anca de una rana muerta
al ser pinchada con un alfiler
violentamente se contrae

él nos introdujo
a través de un microscopio dorado
en la vida íntima
de nuestro bisabuelo
el paramecio

nos vino
con un oscuro grano
y dijo: cornezuelo

instigado por él
en el décimo año de mi vida
fui padre
cuando tras una tensa espera
de una castaña sumergida en el agua
apareció un brote amarillo
y todo se puso a cantar
alrededor

en el segundo año de la guerra
mataron al de ciencias
los granujas de la historia

si es que fue al cielo -

quizá camine ahora
sobre largos rayos
vestidos con grises medias
con una enorme red
y una caja verde
alegremente bamboleándose a su espalda

pero si no se fue para allá arriba -

cuando en el sendero del bosque
encuentro un escarabajo encaramándose
a una pelotilla de arena
me acerco
me cuadro
y digo:
- buenos días señor profesor
permítame que le ayude -

lo transporto delicadamente
y me quedo mirando un rato
hasta que desaparece
en la oscura sala de profesores
al final del corredor de hojas.


Zbiegniew Herbert,  Poesía completa (Lumen, 2012)
Versión de Xaverio Ballester

domingo, 12 de mayo de 2013

Gramáticas del poema



En el poema los sustantivos ocurren. Sueñan con ser verbos.

martes, 7 de mayo de 2013

A vueltas con el Romanticismo

El absoluto literario. Teoría de la literatura del romanticismo alemán, Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy

Trad. Cecilia González y Laura Carugati. Eterna Cadencia, Madrid, 2013.



 Como los propios autores se encargan de recalcar en la traducción, citando precisamente un fragmento del Athenaeum, el término “Romanticismo” se ha convertido en un término inevitable y al mismo tiempo siempre inadecuado. De hecho, tanto en la antología de textos que nos presentan Lacoue-Labarthe y Nancy como en el estudio de los mismos, el Romanticismo aparece una y otra vez como una literatura del futuro que en cierta medida lleva en su esencia el ser siempre un proyecto incompleto, una literatura que está siempre a punto de llegar. Por otra parte, si en la citada introducción se destaca la dificultad de situar bajo una misma categoría fenómenos tan dispares como el primer Romanticismo alemán y el Romanticismo francés, hacer lo propio con el Romanticismo hispánico, a lo que sin duda se sentirá tentado el lector español, puede rayar en la extravagancia. En efecto, ¿cómo albergar en el mismo paraguas a los hermanos Schlegel y a José de Espronceda, o al tardío Bécquer con, por ejemplo, Novalis? 

domingo, 5 de mayo de 2013

En el parque zoológico


El león marino, entre las risas del público, fiel a las órdenes de su adiestrador, aplaude sin saber por qué al ritmo de la música. Como una alegoría de la época. O de nosotros mismos.