viernes, 23 de octubre de 2009
Con tus propias palabras
Durante los años que llevo trabajando como profesor de instituto, no es infrecuente que en un examen un alumno (hoy, una alumna de cuarto de la ESO) te pregunte si puede contestar una pregunta con sus palabras, con sus propias palabras. La pregunta revela, claro está, en la mayoría de los casos las carencias en el método de estudio, la tendencia a memorizar sin comprender lo que se lee.
Uno, en estos casos, siente la tentación de contestar con otra pregunta, de preguntarle al alumno en cuestión si ha encontrado ya sus palabras y, si la respuesta es afirmativa, felicitarle efusivamente. Porque encontrar las palabras propias es tarea de toda una vida, un empeño casi imposible, aunque hay quien cree que habla con sus propias palabras y sólo repite los ecos de un lenguaje aprendido, hecho de frases hechas y consignas.
Tal vez debería explicarle todo esto, confesarle mi estupor. Sin embargo, respondo: "Sí, claro, puedes expresarlo con tus propias palabras" y dudo entonces, en el mismo momento de decirlo, si he encontrado las mías.
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2 comentarios:
Hace mucho que busco mis palabras para dejar un comentario aquí. Quizá todas son nuestras: las consignas repetidas, la pregunta de tu alumna, dicen tanto de nosotros, dicen más que nuestras propias palabras. Como un gesto sincero que se escapa de un discurso que siempre tiene algo de artificial. Un idioma es un invento tan útil y puñetero, sólo se puede usar si nos imitamos unos a otros. Luego aplicamos pequeñas variaciones. Dicen que así se estropeó el latín;-)
Saludos.
Gracias, Olga, por tus comentarios... quizá haya que superar la dicotomía propio/ajeno respecto al lenguaje, y respecto a muchos otros aspectos de la realidad humana... de hecho, la poesía consiste en buena medida asumir la alteridad de un lenguaje que es de todos y de nadie. En la dialéctica entre lo propio y lo ajeno del lenguaje, la poesía puede abrir un paréntesis en la pretensión de todo discurso hegemónico de apropiarse del lenguaje...
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